La pandemia ha provocado cambios a muchos niveles, también en los hábitos de consumo de la ciudadanía, y en el mercadillo de Badajoz lo saben muy bien. La compra online ha venido para quedarse. Por eso, los vendedores ambulantes no confían en recuperar el nivel de ventas con el que contaban antes de la irrupción del covid.

Hay algunos comerciantes, como Juan, que no lo afirman rotundamente -«yo creo que pasará mucho tiempo hasta que volvamos a la situación de antes»-, pero hay otros, como Vicente Gutiérrez, que directamente aseguran que esa facturación se quedará en el pasado, y no solo por los compradores, también por los propios vendedores, muchos de los cuales, según él, han dejado el puesto del mercadillo por la silla enfrente del ordenador.

«La pandemia no solamente nos ha perjudicado por tener que permanecer cerrados, también ha influenciado mucho la venta online» comenta este miembro de la directiva de la Asociación de Comerciantes Ambulantes de Extremadura (Acaex). Su presidente, Julián Cruz, opina igual que él. Ambos destacan el apoyo que han recibido por parte del consistorio pacense, que les ha eximido de pagar las tasas este año. «Nosotros estamos muy agradecidos al Ayuntamiento de Badajoz porque nos ha facilitado mucho el trabajo. En muchos sitios, lo que han hecho ha sido presionarnos y quitarnos las pocas ganas que tenemos, pero aquí se han portado bien», reconoce Gutiérrez, que asegura que, al contrario de lo que ocurre en otras ciudades, en la capital pacense se permite la presencia de todos los vendedores: «Se nos ha tendido el brazo y no tenemos quejas», añade.

Con el paso de los meses, han ido recuperando clientela gracias a la flexibilización de medidas, la llegada de las buenas temperaturas y, sobre todo, la afluencia de portugueses, cuya frontera se abrió en mayo. «Fue un empujón muy bueno porque para nosotros Portugal es muy importante, sobre todo los domingos, porque aquí ese día un tercio del comprador viene de allí», señala Gutiérrez.

Ayer la afluencia no fue tanta como en otras ocasiones debido, en parte, a la apertura del centro comercial El Faro. A eso se le une, además, el periodo de rebajas en un momento donde la economía de la ciudadanía no es demasiado boyante. «La gente viene a darse la vuelta porque ya se ha dado cuenta de que la venta en el mercadillo es segura, pero compran prendas de 1, 2 o 3 euros, y nosotros tenemos que poner esos precios porque tenemos que subsistir y pagar los gastos», explica Cruz, que coincide con su compañero en la cantidad de contratiempos a los que tienen que hacer frente: «Sufrimos las transiciones del clima, de la pandemia y de la política», dice, y es que ahora temen que el empeoramiento de los datos epidemiológicos tanto en Badajoz como en el país vecino traiga nuevas restricciones que les impidan trabajar.

Por eso Gutiérrez pone en valor el hecho de que ahora, al menos, les dejen trabajar: «Estamos un poquito mejor que regular, pero para como ha estado la cosa y lo que venimos arrastrando, tenemos que estar agradecidos. Es verdad que la venta no es la que teníamos antes, pero al menos ya no estamos limitados».

Sonia Santisteban, otra comerciante que se encontraba ayer en su puesto de El Nevero, señala que ya se esperaba este repunte de los contagios -«si antes los jóvenes no eran responsables cuando había que serlo, pues ahora más todavía»-, pero, de momento, prefiere no pensar mucho en el futuro y mantenerse optimista en el presente: «Nosotros tenemos fuerza y esperanza», concluye con alegría.