Dios nos otorga a cada uno con ciertas habilidades, y otras tantas “deshabilidades”. Se supone que, haciendo un balance general, uno debería estar equilibrado entre virtudes y carencias. Pero como siempre ocurre, nunca llueve a gusto de todos, y en más de una ocasión, todos hemos querido tener “ese don natural” que percibimos en otras personas, ya sean relativas a las artes en general, las habilidades corporales, algunas capacidades mentales, etc.

Yo, experto consumado desde joven en la barra fija, especialmente en fines de semana, no fui obsequiado por el contrario con el preciado don de la música. Es más, mi poco sentido del ritmo queda bien patente cuando me doy cuenta de que ni siquiera sé llevar las palmas a buen ritmo (y mucho menos, los contrapuntos palmeados); si de bailar se trata, es tan sencillo como colocarse, Jameson-Cola en mano, a dos metros de la puerta de los servicios de El Mercantil para dejarme llevar por las masas que acuden compulsivamente a miccionar o a otros menesteres menos lícitos.

Desde hace ya unos meses vengo observando el creciente número de músicos que me rodean. Los hay de todos los “palos” e instrumentos: guitarristas consumados por doquier, bajistas especializados en técnicas concretas, multi instrumentistas varios, baterías, cantantes de música pseudo folklórica, etc.  Por ello, empiezo a estar familiarizado con términos como ensayo a las ocho y media, guitarra rítmica, previos a válvulas, multiefectos, equipos de voces, nombres de marcas en general, set list, slap, break, feeling, pedales, filtro envolvente, Stratocaster, Remayte y Blas.

Desde el sobrino de mi señora, hasta el infógrafo-diseñador de este maravilloso y completo portal, pasando por numerosos amigos y conocidos varios, los músicos me rodean y han conseguido que sus conversaciones sean una sección fija de las noches de  fin de semana.

Según me cuentan, el 95% de las formaciones musicales ensayan en dos zonas situadas en la carretera de Valverde que disponen de un gran número de locales, de dignidad, precio mensual y tamaños muy diversos. En varias ocasiones, he acudido invitado a dichas zonas a ensayos, e incluso Jam Sessions (sesiones de improvisación entre músicos de distintas formaciones).

Resulta digno de alabanza el ambiente tan solidario y amistoso que reina en dichas zonas; todos se conocen, todos se admiran, se apoyan, se prestan instrumentos u otros enseres, todos tienen licencia para meterse en el local de quien sea para ver qué están tocando, el que tiene coche se ofrece a llevar a los menos favorecidos a Badajoz. Si uno asiste una tarde o noche a “la Remayte” o “el Blas” siendo “amigo de”, es bien recibido allá donde vaya.

Pero es aún más sorprendente el tremendo nivel de ciertas formaciones pacenses, así como de aún más músicos a nivel individual. En más de una ocasión, he pasado junto a la puerta de alguna banda que estaba tocando, y ante la magnífica interpretación y depurado sonido que podía escuchar, no he podido más que preguntar a mis “anfitriones” quién tocaba ahí dentro, ya que sonaba a nivel más que profesional, por calidad técnica y compositiva. Varias fueron las veces que, para mi sorpresa, me contestaban: “Esos son Fulano, Mengano y Zutano, que llevan dos semanas juntos; están empezando ahora y aún no tienen ni nombre” “….madre mía, pues cuando lleven unos meses, han conseguido tres Grammys”, pensaba para mí mismo atónito.

Igualmente increíble resulta ver a un joven de no más de 20 años, tocando en solitario, aprovechando un descanso del resto de la banda, tocando la guitarra con una destreza sólo comparable a la del mismísimo Steve Vai (según mis amigos, el mejor guitarrista del mundo a nivel técnico). Aprovechando que tiene la puerta abierta, y armándome de valor, entro y le pregunto: “chavalote, ¿qué andas tocando, que me suena mucho?” “Y él me responde con la mayor naturalidad: “Pos nááá, taba calentando deos, que llevo tres semanas sin veníí, con eso de los exámenes”. En esos momentos, uno no sabe si sentirse desgraciado por ser tan sumamente torpe, o agradecer que Badajoz es una cuna de artistas carismáticos.

Estos amigos míos me aseguran que es una afición muy cara, muy sacrificada a todos los niveles y que el ayuntamiento no ofrece zonas o locales debidamente acondicionados para tal fin. Todo eso no hace más que agrandar mi admiración por todos los músicos pacenses, ya que en otras ciudades, se dispone de infraestructura para todos los intérpretes (Salamanca u Hospitalet, por ejemplo, entre otras muchas). Aquí, la única ayuda que existe son varios pubs que en mayor o menor medida permiten que los grupos de aquí se muestren en directo con la escueta contraprestación de obtener las copas gratis esa noche. 

Me cuentan así mismo, que Badajoz siempre ha tenido gran tradición “rockera”, con músicos de altísimo nivel, que de tanto escucharlos, he acabado por aprendérmelos: Agustín Portalo, Oliver Sáenz, Antonio Luis Santos, Holy, Pepín; igualmente grupos como Titanic (que siguen, tras más de 15 años dando guerra), Masadá, Inlavables, Sefará, Dianoya,  etc, han creado escuela para las actuales generaciones.

Lo más famoso que Badajoz ha exportado musicalmente fuera de la región han sido Porrina de Badajoz, Los Chunguitos, Azúcar Moreno y los Tam-Tam-Go! Actualmente, algunos de los mejores grupos pacenses, a los que he tenido el placer de verlos en directo son Darksound, The Wish, Diva, El Viaje de Rose, Titanic o 3 Fritangas, entre otros. Pero me cuentan –y me consta- que son muchas, muchísimas las formaciones anónimas y los intérpretes a nivel individual los que componen la gran familia de los músicos de Badajoz, motivo de orgullo para la ciudad por su extremado nivel en general y por la camadería que tienen en su gremio.

Queridos conciudadanos: desde esta tribuna que presido, expreso públicamente mi admiración por esos fantásticos músicos, que ensayan mayoritariamente en precarias condiciones, sin medios suficientes, pero cuya calidad, tesón y compañerismo es diga de alabanza.